El poema “Rusa campesina” de Fernán Silva Valdés, testimonio
literario de esa migración a Uruguay
• Jueves 3 de agosto de 2017
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“Rusa campesina”, de
Fernán Silva Valdés, se encuentra en su libro Poemas nativos, de 1925.
La migración de rusos a la República Oriental del Uruguay tiene
más de 100 años. Ese país conosureño, bañado por las aguas del Río de la Plata
y el Océano Atlántico, fue en el puerto de su capital, la hermosa Montevideo,
destino de corrientes migratorias que arribaron a fines del siglo XIX e inicios
del XX, en su mayoría provenientes de Europa.
Durante las presidencias de José Batlle y Ordóñez (1903-1907 y
1911-1915) se promovió la llegada de campesinos procedentes del Viejo
Continente para trabajar la tierra uruguaya; posteriormente funcionó un
proyecto integrador de las identidades culturales de los inmigrantes con el
objetivo de construir una sociedad nacional.
El escritor uruguayo Fernán Silva Valdés
(Montevideo, 1887-1975) es el poeta oriental más representativo de la llamada
corriente nativista.
La razón de la llegada de los migrantes rusos al Uruguay será
religiosa. El cristianismo ortodoxo de Rusia, que era muy sólido y no mostraba
ni un ápice de tolerancia hacia otras expresiones religiosas, llevó a Basilio
Lubkov, líder de la secta denominada “Nueva Israel”, escindida de la Iglesia
ortodoxa, a buscar nuevos horizontes fuera de las tierras del zar Nicolás II.
Durante su estancia en los Estados Unidos, Basilio Lubkov se
encuentra con el cónsul de Uruguay, José Richiling, quien es seducido por la
idea de radicar campesinos rusos en territorio oriental. Con el visto bueno del
gobierno uruguayo, Lubkov arribará acompañado por trescientas familias, siendo
el forjador de la inmigración rusa en Uruguay.
El arribo fue durante la segunda presidencia de Batlle y
Ordóñez. El 27 de julio de 1913 fundan San Javier a orillas del río Uruguay, en
el departamento de Río Negro, a donde fueron trasladados por dos barcos de la
Armada uruguaya.
Los inicios no fueron dulces, como el kwas, exquisito vino de
miel que producen, según el servicio estatal de noticias ruso Sputnik News, los
criollos, se reían de su apariencia y costumbres. Sara Subbotin, cuyos
ancestros llegaron a Uruguay con las primeras olas de migración, recuerda: “Los
niños uruguayos me arrojaban piedras porque no estaban acostumbrados a ver
menores de edad rubios y con ojos azules”.
El escritor uruguayo Fernán Silva Valdés (Montevideo, 1887-1975)
es el poeta oriental más representativo de la llamada corriente nativista que
en 1920 pretendía un retorno a los motivos nacionales, invocando un criollismo
y una imaginería gauchesca, aunado a temáticas campesinas.
En su obra Poemas
nativos (1925) incluirá el poema “Rusa campesina”. En ese
libro recoge como componente de la sociedad criolla la incorporación del
“forastero” de origen europeo, llamado a permanecer y a integrarse en esa
sociedad, a la cual terminaría confiriendo sus caracteres predominantes.
En “Rusa campesina” podemos notar esa integración a través de
múltiples metáforas y halagos que usa el poeta para esa matrioshka de carne y
hueso.
Rusa campesina
Rusa
que encuentro tarde a tarde parada en la tranquera
enviando al horizonte sus miradas tranquilas.
(Tu traje con guardas de colores
poniendo en el paisaje tan hermoso matiz,
más que ruso parece
incaico o calchaquí).
Tú eres más criolla que las mismas criollas,
porque tienen tus ojos el verde de los montes,
porque tiene tu pelo
el rojo dorado de nuestros soles,
y el color del copete
del cardenal, tus labios,
y el color de la leche tambera
tus brazos.
Rusa
campesina,
tú eres más criolla
que las criollas mismas,
porque tus formas tienen la dulzura
de las lomas de mi tierra nativa.
Pero me asomo a ti y eres otra cosa:
tu gracia es extranjera,
es diferente;
y digo: ¡bienvenida sea la tierra
que te envió de regalo como muestra
de un perfume distinto,
de una flor nueva!
Campesina:
yo no sé qué tienes
de lozana y fresquita
que aunque esté entrando el sol
al saludar dan ganas de decir “buenos días”.
Rusa:
en homenaje a ti
quiero hacer algo hermoso:
mañana en el rodeo
voy a enlazar un toro,
con mi lazo entrerriano
largo de quince rollos.
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