El siglo XXI, mejor en verso
Varias antologías y ensayos indagan en una nueva
generación de poetas - Ninguneada por el mercado, la poesía ha encontrado sus
formas de supervivencia
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Madrid 10 MAY 2010
En una realidad cada vez más arraigada en lo breve y
fragmentario sólo era cuestión de tiempo que una nueva poesía irrumpiera con
renovada fuerza. ¿Qué mejor que la poesía para tender el sutil puente que puede
unir un pueril sms con toda una tradición literaria? En los
últimos días media docena de libros han puesto sobre el tapete literario los
nuevos caminos y los nuevos nombres de los poetas españoles del presente y del
futuro. No existe una bandera común, ni una tendencia única, ni un nombre
generacional para agruparlos, ni siquiera ese innato parricidio estético al que
aspira todo artista. Pero todo eso, por supuesto, también forma parte de su
callada identidad.
"El corte estético con la generación anterior es muy
brusco", asegura Luis Antonio de Villena, autor de la antología La inteligencia y el hacha (Visor).
"Pero como no ha habido una pelea literaria nadie ha reparado en ellos
como generación. Son plurales, como lo son todas, pero un sector importante
coincide en una poesía irracionalista que pretende ser una reflexión sobre la
realidad, la materia y la vida".
Villena -que insiste en que su libro ofrece una mirada
panorámica y no crítica de los poetas de 2000- añade otra peculiaridad: se
trata de una generación que todavía no ha logrado un gran libro pero que sin
embargo ya tiene unos cuantos intentando explicarla. De Juan Antonio González
Iglesias a Luis Muñoz, Andrés Neuman, Elena Medel, Antonio Lucas, Isabel Pérez
Montalbán, Javier Vela, Balbina Prior, Javier Rodríguez Marcos o Rafael Espejo,
el libro refleja una generación distinta a la de los ochenta pero que de alguna
manera entronca con los Novísimos. "Pero no nos engañemos, y citando
a Octavio Paz, la poesía sigue siendo un rito de las catacumbas. Quizá muchos
poetas han aceptado el territorio de las minorías y no les importa ser sólo
leídos por unos pocos fervorosos, pero la realidad de la poesía es precaria y
terrible en una sociedad que ha impuesto los valores de mercado sobre los de la
cultura. Este es un país singular en el que se produce mucha cultura y se
consume muy poca y la poesía la leen cuatro gatos y para ser publicada está
condenada a las antologías y los premios".
El caso es que, arrojada del mercado, la poesía -según
apunta el ensayo Mejorando lo presente. Poesía española última: posmodernidad,
humanismo y redes, de Martín Rodríguez-Gaona (Caballo de
Troya)- se ha vuelto "promiscua, disponible y viajera" e invade por
ello "las nuevas geografías virtuales". Un ciberactivismo literario
que, aunque no se sabe adonde va, al menos va dos pasos por delante. La manera de recogerse el pelo.
Generación Blogger (Bartleby Editores) reúne la obra de 13
mujeres poeta. El asturiano David González, autor de la antología, las leyó o
descubrió por primera vez en Internet, en un blog o en una
revista digital.
Para Antonio Jiménez Morato, encargado de Poesía en mutación (Alpha
Mini), algo está cambiando. "Quizá no estamos viviendo una revolución
necesaria, no presenciamos el asalto de las generaciones anteriores, pero sin
duda estamos ante una significativa mutación". Su libro reúne a siete
autores nacidos después de 1975 y criados en democracia: Martín López-Vega,
Carlos Pardo, Sandra Santana, Ana Gorría, Fruela Fernández, Teresa Soto
González y, otra vez Elena Medel. Nacida en Córdoba en 1985, escribe: "Tú
y yo en los demás: libran a la manzana de su / piel. Más hermosos cuando
estamos a solas". "Yo busco las preguntas en lo cotidiano",
explica la poetisa. "Nunca sé si lo que veo fuera es una proyección de mí
misma o si soy yo una proyección de lo que veo. El caso es que he pasado de la
autobiografía a escribir sobre los demás". Medel (una de las impulsoras de
la web labellavarsovia) habla con optimismo de Internet y de las redes sociales
para captar nuevos lectores. "Pero Internet es un espejismo, cultura
marginal que no se refleja en ventas", asegura Villena.
En este sentido, el poema de González Iglesias La canción del verano suena más
que la Eneida -que recoge el libro Las moradas del verbo. Poetas
españoles de la democracia, de Ángel L. Prieto de Paula
(Calambur)- apunta: "La canción del verano suena más que la Eneida / y en
vano -Cioran dice- busca Occidente una / forma de agonía digna de su pasado. /
Pero así están las cosas, y no tienen / vuelta / ni las generaciones ni las
hojas / de los hombres. / Tristeza de saber que no regresaremos / a la ternura,
la serenidad, / al fulgor de Virgilio. / Aquel verano / bailábamos oscuros bajo
la noche sola".
Derrotistas o no, cuando el debate entre los jóvenes
novelistas está entre si son escritores abeja (esos que se alimentan de
distintas flores) o escritores araña (esos que sacan de sí
mismos, de su estómago, el hilo que tejen) la poesía se mantiene extrañamente
en pie con todo su poder de insecto híbrido.
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